Wednesday, September 13, 2006

AQUELLO EFIMERO

Siempre he huido al concepto "felicidad", es una "ñoñeria" el mero término y "supongo sentirse así" es "inexistente" e incluso penoso... ja, no puedo negarlo, lo he usado un par de veces, aunque creo que en otros momentos me he boicoteado y cumplo el objetivo de no sentirme ñoño. Claro que no quiere decir que no me haya sentido contento, es más, hasta en mi actual "soledad y auto-arraigo" me siento bien; ya hasta donde he llegado solo me interesa la tranquilidad, no quiero más "problemas amorosos", ni pelear con los vecinos, o desesperarme en el tráfico. De mis últimos momentos que yo llamaría "felicidad" fue aquel corto viaje a Oaxaca con Zaira; aún con mi atropellada y enfurecida forma de conducir el transcurso fue apacible, nada tedioso o aburrido. Zaira iba muy contenta observando y maravillándose con cada cambio de vegetación, no hablamos mucho, quizás solo pequeños comentarios y risas que se perdían con Beth Gibbons, Palmieri, Trane, Resorte, Los Squirrel... creo que tampoco la música importaba, bastaba con la velocidad la cual yo disfruto, y la novedad de este México para Zaira acostumbrada a las calles pulcras con nombres impronunciables y a las altas montañas Suizas. Ya en Oaxaca caminábamos acalorados, yo con mis bolsita de chapulines, atragantándome como si fuera la botana más normal y Zaira con su carita de "fuchi" y risa de nervios al ver como yo me comía a esos pequeños animalitos; eso sí, Zaira como buena mexicana adoptiva "le entró" al mezcal, al final ya bebía más y comía más picante que yo. Así es la felicidad... son pequeños "flash-backs", y aunque estoy acostumbrado a siempre recordar los "doloroso", lo triste, lo excesivo; guardo una buena parte para esos momentos de los que me he empeñado en "sacar de mi vida". Los momentos y ocasiones felices pueden parecer los más peculiares o absurdos, coincido con Houellebecq, yo también me he sentido realmente feliz en los brazos de una mujer mientras la penetraba profundamente, pero no ha sido la única fuente de felicidad; también lo ha sido el agua-nieve de Zurich y Zaira llevandome a beber cerveza "roja"; o el solo imaginar a mi pequeña Aisha con su vestidito y pidiéndome discos que le gustan. No me puedo quejar, la paso bien y entre otras cosas he aprendido que "alguien al lado mío" no es garantía de momentos felices; muchas veces es mejor aquello efímero, para mí ha sido bastante cuatro horas en una carretera, una jarra de cerveza, perderme entre calles conduciendo nerviosamente el auto, o simplemente despertar y ver "su carita" inocua y placidamente dormida.


"Aisha me abrazó como si me conociera bien, antes de que pudiera apoyar las maletas al suelo. Cuando me soltó pude ver que tenia los mismos ojos que Juan. Era una niña muy bonita mas de lo que pude ver en las fotos que me enviaba Juan, aunque su amor por la madre de su hija no podía manifestarse y una sombra de tristeza permanecía detrás de su sonrisa paterna, parecía feliz dando todo su cariño a esa niña inteligente y traviesa. A los niños se puede dar todo sin tener miedo de ser rechazados. Me acompañaron al hotel y cuando me tiré en la cama me sentí un poco triste sin saber porqué. Ya estaba en México, mis deseos eran realidad, pero en esa felicidad sentía un perfume de tristeza incomprensible y me daba rabia no poder ser totalmente feliz. No me faltaba nada, pero por qué nunca estoy contenta al 100%. El domingo fui al centro con Juan y Aisha y lo pasamos muy bien , fue muy divertido y en la noche acompañamos a la pequeña aisha fan de coltrane a casa de su mama. Cuando me fui a dormir me sentí otra vez triste y enojada conmigo porque esa tristeza no tenia sentido. Los días siguientes Juan y sus padres me llevaron a ver muchos sitios, me gustaba su compañía, eran muy buenos conmigo y todo lo que vi me gusto mucho. Todos los particulares de este México que tanto había soñado me sorprendían y en cada imagen veía un poco de poesía. La sensación de pisar las calles de mis sueños era única e indescriptible, todo me encantaba, hasta las flores alimentaban mi curiosidad, porque en suiza no son las mismas... pero todas las noches sentía esa maldita tristeza y la cuarta noche entendí porqué. Mis mejores amigos estaban en México y dentro de poco tenia que regresar y poner otra vez todo un océano entre ellos y mi vida real".
ZAIRA R.