No se como comenzar con esto, es tan absurdo, tan obsesivo quizá, pero ese andar de “ella”, su cabello y los gestos me hicieron recordar a… por supuesto Aye; mierda, ¿estaré desarrollando alguna distorsión de la realidad? Y no es que en cualquier persona vea a una “pequeña Ayesha”, simplemente Ariadna Gil en “Soldados de Salamina” de Trueba me hizo inmediatamente recordar a Ayesha, esa soledad y mirada hacía la acera, con las manos metidas siempre en los bolsillos de su gabardina, su huidiza forma de querer. La película no tiene nada que ver con una “historia de amor”, aún así llegué a involucrarme mucho, me parecía extraordinario poder “volver a vivir” ciertos gestos y actitudes que me cautivaron, debo reconocer que al final incluso “tiré” un par de lágrimas, y como no, con esa tristeza y angustia de Ariadna Gil. Quizás solo sea mi necedad por seguir manteniendo aquella felicidad que me tenía como un junky pegado a una jeringa; si sigo así puede ser que “mi realidad” se vicie tanto, que me crea esas pequeñas mentiras que todos los días me cuento y me mantienen “alerta”. Aunque claro, muchas veces al taparme con las sábanas hasta la cabeza, no me he escapado de la necesidad de llorar por la ausencia de Ayesha, no se si un día se me termine esta necesidad iconográfica y espiritual, ja… yo nunca había dicho ni escrito algo semejante, pero ese tiempo hubo tanta paz que no encuentro otra manera más sencilla y clara de expresarlo, aunque quien haya escuchado a John Coltrane puede entender mi siempre referencia y el vínculo con Aye.
Quizás debo ser duro conmigo y privarme de esa felicidad basada en “lo irreal”, o dejar que por completo se pierda “mi realidad” y esperar a terminar como uno de esos tantos poemas amargos que he escrito; como sea, siempre recordaré un abrazo de ella.
No comments:
Post a Comment