La "anestesia emotiva", es decir, la incapacidad de sentir placer, dolor, u otras emociones, es un síntoma común entre los pacientes que hacen uso prolongado de benzodiacepinas. El exceso de sedación es una manifestación exacerbada, dosis-dependiente, de los efectos básicos sedativos e hipnóticos de las benzodiacepinas. Los síntomas van desde la somnolencia, a la falta de concentración, falta de coordinación, debilidad muscular, mareos y confusión mental. (Professor C H Ashton, School of Neurosciences, Division of Psychiatry)
De alguna forma había que despedirse, y fue el momento adecuado, ja... ni más... ni menos amor, simplemente el justo como para dejar de lado aquellas palabras de Ayesha: "me dolería mucho que escribieras de mí como lo hicistes de las demás después del "final". Y si bien hay muchísimos textos inéditos que seguramente nunca publicaré, no tenía porque no despedirme con un poema, todo comenzó de una forma espontánea y digamos que hasta dramática, pues bien merece la pena una despedida de "nivel". Por eso hice el poema "suficiente", resume muy bien el real amor que le tenía que se fue convietiendo en añoranza-recuerdo cuando ella ya no estaba, y que terminó siendo odio-indiferencia el día que confirmé la muerte de mi amigo Luis Martignon. Aquella vez de la despedida la encontré con aplanamiento afectivo como cuando se metía sus ansiolíticos y los combinaba con cerveza; yo creí en un principio que todo eso "no funcionaba", pero al menos en ella las benzodiacepinas más el alcohol cumplían el tan conocido efecto de depresión del sistema nervioso central. Era como un fuerte sedante y no mostraba ningúna "emoción o sentimiento en particular", lo que hacía era "jugar" con su móvil mandando mensaje a todos sus contactos, aunque no "recordaba quienes eran y el porque de los mensajes". Ja... es lo que llaman tolerancia cruzada, y no es que no me preocupara, sin embargo, no me gsuta decirle a la gente que deje de hacer ciertas cosas... si no pude quitarle su dependencia "amor-odio-sado-masoquista" que aún tenía con su ex novio, menos hubiese podido tirar a la basura sus pastillitas.
Así estaba el día en el que me pareció suficiente lo que quedaba entre nosotros, y no reaccioné así antes porque seguro a mi también me atacó la tolerancia cruzada entre el alcohol y ayesha, una potenciaba el consumo de "la otra", algo así como una mierda droga perfecta; más de dos años sufrí para curarme, así que en la primera oportunidad que tuve para des-hacerme del recuerdo de su putita carita, los paseos y las vueltas prohíbidas, la aproveché, me despedí tranquilamente y al llegar a casa escribí: "suficiente". Ahora he ido limpiando los vestigios en mis recuerdos y hasta de mi blog; no tiene nada de malo olvidar, porque la gente teme tanto a olvidar y a que los olviden, es un proceso hasta sano, eso de no vivir a partir de los momentos de "otro" me ha dado más libertad, ja, algo así como un desapego "budista" sin exagerar. Este es el último sobre ella, también sobre mi hija adoptiva Aisha, por su puesto extrañaré a la pequeña... a la de "los senos más que de magnolias" hace un buen rato que solo le dedico un par de canciones, no merece la pena ni asociarla ya con mis raspones y "ex-huesos quebrados".
De alguna forma había que despedirse, y fue el momento adecuado, ja... ni más... ni menos amor, simplemente el justo como para dejar de lado aquellas palabras de Ayesha: "me dolería mucho que escribieras de mí como lo hicistes de las demás después del "final". Y si bien hay muchísimos textos inéditos que seguramente nunca publicaré, no tenía porque no despedirme con un poema, todo comenzó de una forma espontánea y digamos que hasta dramática, pues bien merece la pena una despedida de "nivel". Por eso hice el poema "suficiente", resume muy bien el real amor que le tenía que se fue convietiendo en añoranza-recuerdo cuando ella ya no estaba, y que terminó siendo odio-indiferencia el día que confirmé la muerte de mi amigo Luis Martignon. Aquella vez de la despedida la encontré con aplanamiento afectivo como cuando se metía sus ansiolíticos y los combinaba con cerveza; yo creí en un principio que todo eso "no funcionaba", pero al menos en ella las benzodiacepinas más el alcohol cumplían el tan conocido efecto de depresión del sistema nervioso central. Era como un fuerte sedante y no mostraba ningúna "emoción o sentimiento en particular", lo que hacía era "jugar" con su móvil mandando mensaje a todos sus contactos, aunque no "recordaba quienes eran y el porque de los mensajes". Ja... es lo que llaman tolerancia cruzada, y no es que no me preocupara, sin embargo, no me gsuta decirle a la gente que deje de hacer ciertas cosas... si no pude quitarle su dependencia "amor-odio-sado-masoquista" que aún tenía con su ex novio, menos hubiese podido tirar a la basura sus pastillitas.
Así estaba el día en el que me pareció suficiente lo que quedaba entre nosotros, y no reaccioné así antes porque seguro a mi también me atacó la tolerancia cruzada entre el alcohol y ayesha, una potenciaba el consumo de "la otra", algo así como una mierda droga perfecta; más de dos años sufrí para curarme, así que en la primera oportunidad que tuve para des-hacerme del recuerdo de su putita carita, los paseos y las vueltas prohíbidas, la aproveché, me despedí tranquilamente y al llegar a casa escribí: "suficiente". Ahora he ido limpiando los vestigios en mis recuerdos y hasta de mi blog; no tiene nada de malo olvidar, porque la gente teme tanto a olvidar y a que los olviden, es un proceso hasta sano, eso de no vivir a partir de los momentos de "otro" me ha dado más libertad, ja, algo así como un desapego "budista" sin exagerar. Este es el último sobre ella, también sobre mi hija adoptiva Aisha, por su puesto extrañaré a la pequeña... a la de "los senos más que de magnolias" hace un buen rato que solo le dedico un par de canciones, no merece la pena ni asociarla ya con mis raspones y "ex-huesos quebrados".
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