Wednesday, April 30, 2008

TRISTES BATALLAS

Encontré una cerveza fría más; ya no pierdo el tiempo con buscarme amoríos, bastante tengo con “cargar” la historia de Ayesha que no me deja… que me acapara aunque ella esté tirándose a algún ingeniero o contador que siempre lo primero que miraron fueron sus senos. Prefiero perderme entre cerveza y cerveza, no me molesta cada vez estar más gordo y acumular tejido adiposo; eso le importa a las mujeres, ¿no? Un tipo que prefiere una birra fría antes que todo ese falso ritual de conquista nunca es una buena elección, al menos con las mujeres racionales y añoñadas. Las totalmente enfermas y enloquecidas puede ser que me den una oportunidad, pero de qué sirve, si todo termina en madrugadas bajo el resguardo del alcohol. Para mi Ayesha era la mujer más hermosa que había conocido, quizá no era así, pero a mi me deslumbró al menos desde sus líneas por mail. Una mujer desesperada y totalmente anárquica cómo no me iba a enganchar, además su forma de beber… de preguntarme si nos bebíamos una más. Nunca tuvo miedo a los excesos, desde aquella primera vez que nos vimos, nos emborrachamos, caímos en casa y de verdad, cuándo se subió al taxi por la mañana, después de terminarnos la reserva de tinto y cerveza, fue el primer dolor y una de las peores angustias al alejarme de alguien. Tuve “suerte”, no solo duró una noche, aunque ella estaba segura de que no la buscaría, yo hice todo lo que puede, le llamé a su casa, al móvil, la busqué en su trabajo y de alguna forma resultó. Después de eso, aprendí que solo estoy hecho para breves momentos, para tristes batallas que nunca ganaré; no la gané con Ayesha, tampoco con Jade, y recientemente con Nadia, ese tipo de batallas son muy predecibles… las perderé.

Por eso, encontrar una cerveza fría es más un alivio; que me importa cuidar mi apariencia, mi maltratada salud… que putas importa manejar mis sentimientos, de todos modos es una batalla perdida. Ellas me dicen que les intereso, ja… aunque sean “lindas mujeres” lo dicen, y hasta parece que si, sus llamadas, su aparente preocupación, sin embargo, cuando hay que recostarse a mi lado bajo los efectos de varias cervezas, no hay esa paz que Ayesha,
la mujer de mi vida, me dio cada madrugada en su pequeño cuarto, en mi sucia colchoneta o en cualquier lugar en el que termináramos. Todo, sin importarle a ella, que a la mañana siguiente la resaca o los efectos de las bezodiacepinas le harían sentir aletargada, soñolienta, y muchas veces, ajena a mi, el que no era, "el hombre de su vida”.

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Now playing: Billy Idol - Cradle Of Love
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